Arena.

Es un desierto. Lleva horas caminando, tiene los pies destrozados, sangran. Hace un calor insoportable, pero no puede detenerse. Parar significa morir, y no está dispuesta a ello. Nadie sabe que está ahí, sufriendo. ¿Cómo se lo iba a decir a nadie? ¿Cómo le iba a decir que ha sido catapultada a ese lugar? Tendría que dar explicaciones, tendría que dejar de mentir, y eso es aún peor que el dolor que siente allí. Está medio muerta, en realidad. Solo tiene una pequeña esperanza latente, en su pecho. Su corazón sigue latiendo, su mente sigue cuerda, y su fuerza de voluntad no ha desaparecido.
Quizá nunca salga de allí. Es muy probable, tanto, que da miedo pensarlo. Pero no puede quedarse sin hacer nada. Aunque no haya camino, aunque esté perdida, aunque sienta un dolor terrible, tiene que caminar. Es su única esperanza, el caminar. Puede que no cambie nada, es más, sabe que no cambiará nada. Pero tiene que hacerlo. Morir no es una alternativa, ya no.
Incluso si está sola, incluso si nadie sabe que lo está pasando mal. No lo necesita, no necesita a nadie que diga "tienes que salir de ahí, tienes que ser fuerte", porque ya lo es. Es más fuerte que nunca, y está decidida. No importa acobardarse, y mentir, si es para salvar a alguien. Porque ella está ahí para salvar a alguien, porque prefiere perderse sola en ese desierto, a que se pierda otra persona. Y nadie puede hacer que cambie de idea. Y nadie puede ayudar a que salga.
El tiempo jugará su turno, y cuando este quiera, ella saldrá de allí. Mientras tanto, camina, pero sin huir.
Tiene muy en mente que es obra de las sombras, las de siempre, que han decidido cambiar de escenario. En vez de encerrar a su presa en una jaula, han preferido soltarla en medio de la nada. De ninguna manera va a desistir, y mucho menos a llorar.
No es lo peor que podría pasar, podría morir, y no va a aceptar un destino así. Hoy no. No sin luchar.
Caminará, sudará, luchará, y cuando el destino lo decida, saldrá y será feliz.

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