Gritos y grietas.

No tengo razones para escribir. No tengo motivaciones. Lo hago por inercia.
Ahora.
Escribo por inercia.
Escribo porque es lo que necesito. Sé que lo necesito. Es una droga. O más que eso. Es una salvación.
Escribo porque me salva. Porque no deja que me ahogue. Escribo porque nadie escucha. Porque nadie quiere escuchar. Porque no quiero que nadie escuche.
Escribo porque las palabras escritas son más profundas. Escribo y escribo. Y nunca digo nada.
Escribo y me escondo. Me oculto. No quiero escuchar, me tapo los oídos y cierro los ojos.
Nada.
Solo existo yo. Y soy la única que no quiere existir. La única que no debe existir.
¿Por qué?
No, todavía no.
No es momento de por qués. Ni de peros. Ni de nada. No es momento de dar razones, es momento de sentir. Nunca sentimos lo suficiente, aunque algunos sienten demasiado.
Para.
Respira.
Acuérdate de respirar. Siempre es difícil, pero acuérdate.

Y te ahogas y no sabes nadar. ¿Y qué haces? Gritas. Gritas y tragas agua. Gritas, tragas agua y te ahogas más. Eso es. Quieres salir, pero no puedes porque no sabes nadar. Has olvidado cómo nadar.
Ahora ya lo entiendes.
Así es cómo me siento. Todos los días. A todas horas. En cualquier momento. Siempre que el silencio se apodera de mi vida, siempre que tengo un segundo para pensar...
Adiós.
Pienso y se acaba todo.
No quiero escuchar, me tapo los oídos y cierro los ojos.
No, todavía no. No es el momento de morir.
O sí.
Qué más da.
¿A ti te importa? A mi no. Dejó de importarme.
Mientes. Aunque siempre mientes. Siempre.
Ya estamos. Otra vez tú diciéndome quién soy. Estás tan perdida como yo. Y por eso hablas conmigo, porque estás sola. Estás tan sola como yo.
Bueno.
Eres yo.

Nada tiene sentido. Nada ni nadie. Y si todo está carente de sentido, yo más. Siempre es así. Siempre apartada. Siempre diferente.
Siempre igual, en realidad.
¿Qué más da? Como ya he dicho, a nadie le importa. A mi menos.
Otra mentira más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario